sábado, 20 de septiembre de 2008

Geografías Adversas

Hay países marcados con la negra, permanentemente abonados a la sección de sucesos y tragedias en los noticieros y periódicos. Comentar que se tiene la intención de visitar esas geografías es suficiente para ser considerado un suicida o un snob que quiere llamar la atención.

Consultar las páginas de recomendaciones oficiales es garantía de una dura batalla con los fantasmas del miedo, azuzados por los consejos gubernamentales que resumidos vienen a decir: “allá tu si te vas, no digas que no te avisamos”.




El gobierno de U.S.A tiene su lista del eje del mal. Casi treinta países en donde ser yanqui te puede acarrear más de un disgusto, claro que una cosa es serlo y otra cosa hacer ostentación

El gobierno español es prolífico en recomendaciones, algunas tan banales cómo avisar que se forman colas en el aeropuerto de Copenhague y otras más serias. Aunque para cubrirse bien las espaldas incluyen siempre una frase lapidatoria:

“Se recuerda que en estos momentos ninguna región del mundo y ningún país están a salvo de posibles actos terroristas.”

Está claro el objetivo, que la gente se quede en Benidorm y se deje los cuartos en casa.

Pakistán está entre los lugares endemoniados, pero alberga una de las joyas que todo viajero con aspiraciones debe disfrutar, la Karakorum Highway. Si alguien preguntase cual ha sido un buen momento para visitar el país en los últimos siete años, la respuesta sería clara, no ha habido ninguno. Así que habría que descartar que vaya a haberlo a corto plazo.

Tomar la decisión de ir a Pakistán fue complicada, fueron necesarias muchas ganas. Una vez comprados los billetes la cosa no mejoró, parecía que las noticias eran cada vez peores y es que las escuchaba con otros oidos.

Tan mala cara acababa poniendo la gente cuando comentaba el destino de mis vacaciones que acabé por evitar el tema y hasta a ocultar mi destino. Ya me bastaban con mis dudas como para recibir ajenas. Y es que hasta cierto punto es lógico que si alguien no siente fascinación por la Karakorum Highway no pueda enteder una visita a Pakistán.

Ya en el areopuerto de Islamabad y antes de salir al exterior sentí como todos los fantasmas se conjuraban y me disparaban el pulso. Con paso decidido salí al exterior enfrentándome a todos y me dirigí a la fila de taxis, donde con una sonrisa me esperaba el conductor de un destartalado vehículo. Aquí comenzó la clásica lucha de un nuevo viaje, regateo del precio, discusión sobre cual es el hotel más apropiado si el de mi guía o el de su primo... Y de golpe los temores se habían esfumado, empezaba un viaje intenso y ya no quedaba sitio para miedos, sólo la habitual prudencia y sentido común.



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