domingo, 15 de junio de 2008

No hay Dalai en Xinjiang

En el convulso centro de Asia se encuentra la provincia de Xinjiang, también conocida como Turquestán Chino. Esta región es el fin de la China política, a miles de kilómetros de Pekín y rodeada por cordilleras escarpadas alberga a la nación uigur, un grupo étnico turcomano que tuvo en siglo XX dos periodos de efímera independencia.


La situación de los iugures es similar a la de sus compatriotas tibetanos. Estos pueblos alejados culturalmente de la mayoría china se resisten a ser asimilados por los chinos que siguen una política de acoso trasladando población china-han para inclinar a su favor la balanza demográfica y colocar a estas naciones en inferioridad numérica en sus propios hogares.

Hay una gran diferencia entre estos dos conflictos, los iugures no tienen un Dalai Lama que con su prestigio dé publicidad a la causa, ni miles de activistas que la apoyen alrededor del mundo, ni un Richard Gere que use su influencia para denunciar la situación tibetana.


Por Xinjiang no pasó Heinrich Harrer a quedarse siete años, ni más tarde Brad Pitt, ni Tintín, ni tantos otros. A falta de un coro de voces y un amplio libro de visitas ilustres lo que ocurre en el Turquestán se queda encerrado en una caja china. A finales de los noventa se produjeron atentados a favor de la independencia que no tuvieron mucha repercusión y si mucha represión. Los pocos amigos que se le ofrecen al pueblo iugur son extremistas islamistas que son muy malos compañeros de viaje además de la excusa perfecta para aumentar la represión.

No parece que a corto plazo las cosas vayan a mejorar, por mucho que se avecinen unas olimpiadas.

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