Martirios de Ultramar

Ocaña se encuentra donde la La Mancha comienza a ser La Mancha y deja de ser Castilla. Es el difuso límite sur de las ciudades dormitorio de Madrid. Esta localidad alberga edificios singulares y de interés histórico que bien merecen una visita. Entre ellos se encuentra el convento de los Padres Dominicos Misioneros de Ultramar, un nombre que me suena a cuerpo de élite del misionerismo católico.

En el claustro anexo a la iglesia podemos disfrutar de unas singulares pinturas que reflejan los martirios que padecieron los dominicos en Vietnam y Japón. Estos óleos son a la vez salvajes e inocentes. Los dibujos me recuerdan a las viñetas del Capitán Trueno, aunque el guión bien pódría ser de Tarantino. Estos martirios vietnamitas son un anticipo de las crueldades que padecieron los yanquis en manos del Vietcong. Los torturadores decimonónicos son los abuelos de los guerrilleros comunistas que derrotaron a una potencia mundial. En el cuadro dedicado a Japón se incluye al Fujiyama que ya hace siglos es el simbolo del país. El volcán queda como testigo de la hoguera en la que arde el mártir.