lunes, 17 de septiembre de 2007

Comentarios comprometedores

Muchas veces es mejor estar callado que abrir la boca. Si no se toman las debidas precauciones muchas cosas pueden quedar en evidencia. En países donde el castellano no es la lengua oficial, cada vez que se comenta algo y tenemos algún compatriota cerca, parece que estuviéramos gritando. El oído se agudiza por la morriña de llevar días sin escuchar la lengua materna. En estas circunstancias algunas frases se me quedan grabadas en la memoria, sin haber hecho el menor intento de meterme en conversaciones ajenas. Veamos algunos ejemplos.

La primera. Nos encontramos en Praga, en una de sus avenidas comerciales donde abundan los vendedores de entradas de ópera y música clásica disfrazados de Mozart. Dos españolas están detenidas frente uno de estos vendedores, una comenta en voz alta:

- Aquí no podemos ir a la opera porque no la entendemos.

¿Acaso existen las óperas en castellano? Claramente nos encontramos ante un caso de falta de preparación de viaje, de miedo a lo desconocido. Si al final hubieran optado por entrar habrían descubierto con sorpresa que el checo cantado se parece muchísimo al italiano.

La segunda. Pushkar, la ciudad sagrada de la India. Para todo hindú es obligatorio peregrinar a este santo lugar una vez en la vida. A parte de hindúes tenemos a muchos viajeros de todos los tipos. Una española, con el sari y el punto rojo de rigor en la frente.

- Pues yo el Karma siempre lo he tenido muy bien.

Pues no, esto no es así, desgraciadamente ni el mundo se hizo en siete días, ni uno se puede hacer hinduista porque pase de visita por la India. Pongamos el ejemplo inverso imaginemos a un hindú, que visite Santiago, que se cuele por el Pórtico de la Gloria y le pongan el sello del jubileo; que salga a la plaza del Obradoiro y allí en el medio diga: “¡Pero qué grande es el Espíritu Santo!” Ciertamente ridículo. Y esto lo digo desde el respeto a todas las religiones. No puede haber una agresión mayor que la banalización del significado de una religión.


La Tercera. Seguimos en Pushkar, un grupo de españolas se han comprado ropas de algodón blanco y ocultas bajo unas grandes pamelas caminan por entre las tiendas de la calle principal. Y una dice:

-Ves como te dije que vistiéndonos así no nos iban a dar la plasta.

Es tan grande la ingenuidad de creerse desapercibido en la India, que en este caso ha conseguido un efecto positivo, el autoengaño de creerse invisible e integrado el jaleo humano de una calle india.

La Cuarta. Estamos en La Habana, en el aeropuerto. La gente hace cola para embarcar sus maletas, luciendo el moreno de sus cuerpos y una ridículas trencitas que son la marca del Caribe. Todos están muy felices y entre todos se oye una voz que dispara la siguiente frase.

- Era una chica joven, estaba muy bien. ¡Pero macho! No era jinetera, se ha enamorado de verdad.

Una ingenuidad así bate récords y al igual que la anterior es un mecanismo de defensa de la mente humana para esconder la cruda realidad: "me acuesto con mujeres que dependen de mis dólares para poder comprarse jabón, papel higiénico, comida..."

La quinta. Y no hay quinta mala. Las Dargas son lugares santos en el Islam en donde reposan los restos de místicos sufíes Los creyentes peregrinan para pedir favores y milagros, son lugares muy bulliciosos e interesantes para visitar. La más sagrada de la India está en Ajmer. En la cola para entrar al recinto sagrado tenemos un grupito ibérico de donde sale una voz amenazadora.

- Pues yo no me pongo el velo porque si Dios me dio pelo, orejas, nariz y boca fue para enseñarlos.

Y yo mientras pensando: "Y si te dio pechos, porque no los enseñas también." Esto ya sería el colmo de la diversión, una mujer en top less en la tumba de un místico sufí, el revuelo hubiera sido mayúsculo. Una vez más la ignorancia es atrevida y crea auténticos temerarios. La conclusión es mucho menos emocionante, una sugerencia de uno de los encargados del recinto “Te pones este pañuelo”. Con la cabeza agachada y cubierta se terminó el desafío.

La sexta. Esta frase no está pronunciada en el lugar visitado sino a la vuelta, en el aeropuerto. Tiene que ver con el maremoto de Asia.

- Ha sido horroroso, no nos podíamos duchar.

Esta frase demuestra, salvando las distancias, que para mucha gente el centro del viaje son ellos mismos y pase lo que pase todo está focalizado en sus ombligos.

La Séptima. Otra frase pronunciada también en el lugar de origen, y que se repite como un mantra entre todos los viajeros que escogen la opción del viaje organizado.

-Yo viajo organizado porque es más seguro, me cuesta menos y además se ven mejor los sitios.

Pues tres afirmaciones que son falsas. No es más seguro, ya que los atentados o robos se producen en su mayoría contra grupos organizados. ¿Cuesta realmente menos? Excepto casos puntuales esto es falso, en un viaje de este tipo hay muchos intermediaros y comisionistas que se llevan siempre un buen mordisco. Y lo de ver mejor los sitios, es muy relativo. Basta fijarse en los grupos de turistas en cualquier lugar del mundo apiñados en torno a un guía y rodeados por vendedores ambulantes, la representación clara de la burbuja del viajero organizado.